4 de junio de 2014

ESTAR EN EL PRESENTE.

La reveladora Presencia de la Naturaleza está por todas partes. Acercándonos con humildad y honor, sus punteros son extraordinarios. La Naturaleza como maestra es accesible y está disponible para todos. Ella te acoge y te abraza. Simplemente caminando en la Presencia de la Naturaleza es una extraordinaria meditación en movimiento. Yacer en su poder. La Naturaleza resuena profundamente con la frecuencia del Ser dentro de ti. El Ser es el maestro tanto de la Naturaleza como de ti. La auto-observación comienza con la observación "externa", pero también escuchas el diálogo interior que la acompaña y eres consciente de las sensaciones en el cuerpo.
Por ejemplo, puedes observar un alto abeto, suavemente moviéndose con el fuerte viento. El diálogo interno podría ser algo como esto: "Sin resistencia, sus ramas se mecen acogiendo y perdonando el movimiento cinético del viento. El tronco del árbol se mantiene firme e inmóvil. Sus raíces están firmemente arraigadas en la Tierra".
Cuando escuchas el diálogo mental, mientras observas este abeto, la Naturaleza está reflejando su enseñanza. En el ejemplo anterior, la lección podría ser doblarse y ceder a la vida, en lugar de resistirse. Otra lección podría ser la de acoger los cambios cinéticos de la vida, mientras permaneces quieto y muy arraigado en el interior, como el Amado. Los pájaros que vuelan, las actividades de las abejas, la quietud de una montaña, el río que fluye suavemente hacia el mar y la tranquilidad reflejada del lago son sólo algunos de los magníficos maestros. La clave es permanecer plenamente presente en el cuerpo y consciente de tu campo de energía interior. Esto te ayuda a estar presente con las apariencias. Al mismo tiempo, estás completamente presente con las enseñanzas observadas en el diálogo interno. Esto empieza a llevarte hacia la Libertad.
No me estoy refiriendo a la asociación mental, donde una apariencia en la Naturaleza provoca el recuerdo de una experiencia pasada o la preocupación de una circunstancia futura. No se trata de estar solo en la maravilla de la Naturaleza y estar procesando el "yo y mi historia". Si estás reflexionando sobre las últimas reivindicaciones del ego o sobre los deseos y temores futuros, no estás presente con la Naturaleza. En su lugar, estás en relación con el falso sentido de ti mismo y su auto-aprendizaje narcisista. Para estar abierto a las enseñanzas de la Naturaleza, debes ser consciente de cómo la Naturaleza está actuando sobre el cuerpo interior. Observa el sentimiento de realización. El secreto es reconocer que el espejo de la Naturaleza está reflejando y resonando con el Amado en tu interior. Al principio, observas tu diálogo interno de pensamiento comprendiendo que la Naturaleza está reflejando el verdadero Maestro interior. Posteriormente, te quedas interiormente en silencio para percibir la resonancia interior con el Amado. La Naturaleza está apuntando hacia ti como la respuesta a cada pregunta.
La Presencia de la Naturaleza es una oportunidad para estar presente y espacioso. Por ejemplo, en una caminata de montaña, es posible descubrir un trillium solitario, escondido en medio de una pradera alpina. Tal vez, deberías pararte en honor a su dignidad, belleza y soledad. Puedes darte cuenta que la flor se está desplegando dentro de un amplio campo de silencio. Sé el silencio en el que está emergiendo la flor. Escucha el silencio mientras estás presente con el cuerpo interior. ¿Qué impacto tiene la sensación? ¿Cómo se siente el silencio dentro y fuera? Estando presente con el delicado trillium de esta manera, notarás una suspensión de la actividad mental. Céntrate en esta suspensión como una puerta de entrada a la Alegría del Ser. Simplemente escucha y permanece abierto a la Alegría, mientras la vitalidad emerge. Esto no es un "hacer". Es exactamente lo contrario de hacer. Al ser consciente del silencio y del espacio en la Naturaleza, te das cuenta cada vez más de una expansividad silenciosa interior.
Puedes utilizar los sentidos para profundizar más. Por ejemplo, en contacto con la hierba de una pradera alpina, eres consciente de cómo el sentimiento actúa sobre ti. Mientras comes un arándano en el bosque, eres consciente de cómo el sabor surte efecto. Al acercarte a un lago alpino, hueles la humedad de la marisma. La fragancia invisible del lago aparece mientras te vas acercando. Escuchas los pájaros a lo lejos, que anuncian tu llegada a la zona silvestre. Te das cuenta de que el canto de los pájaros llegan en las alas del silencio. Eres consciente de cómo te impacta la sensación de escuchar el canto de los pájaros, pero también eres consciente del silencio del que surge. Ves a un cervatillo pacíficamente paseando hacia el fresco lago alpino para beber, mientras eres consciente de la espaciosidad en la que aparece. Permaneces consciente del impacto de la sensación. Finalmente, la conciencia se retira del objeto de percepción y sólo hay percibir. La conciencia es de la misma naturaleza que el escuchar o el ver. Usando la percepción de esta manera, la separación entre el perceptor y la percepción desaparece en la unidad del percibir.
Un erudito y filósofo budista, Daisetz Teitaro Suzuki, quien fue fundamental en la difusión del Zen en Occidente, escribió una vez: "Para apuntar a la luna, se necesita un dedo, pero ay de aquellos que toman el dedo por la luna". La Naturaleza es sólo un dedo y está apuntando hacia ti mismo. La identificación con el perceptor refuerza la identificación con la Naturaleza. En esta identificación el perceptor se mueve en la ilusión del tiempo y el espacio, los requisitos para el pensamiento condicionado. Entonces la mente hace lo que hace la mente dual. El perceptor separado objetiviza la Naturaleza, la clasifica y almacena la percepción en la memoria en función de su relación emocional con la sensación y su antiguo conocimiento del objeto de percepción. Cuando se produce esta identificación, el perceptor ya no percibe la verdadera apariencia. Percibe su conocimiento del concepto pasado y eso es todo.
Fuente: Advaita Vision



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