28 de abril de 2014

EL ETERNO PRESENTE.

Si nos preguntásemos, ¿qué actividad mental prevalece en todo instante? Responderíamos de inmediato: el "yo" . Sin embargo, ¿es realmente estable y continua la presencia egóica del individuo?
Son, estabilidad y continuidad, los dos elementos fundamentales sobre los cuales ha de sostenerse el equilibrio mental y psíquico. No tiene sentido afirmar que el "yo" es un ente real si no manifiesta estas dos características.
Un "yo" inestable y discontinuo es incapaz de participar ni de excelsas virtudes ni de los gozos mayores y, está destinado al caos y a la inexistencia intermitente en los instantes que aparece la ausencia de continuidad de ser un "yo".
He aquí la mayor paradoja humana: el "yo" por definición requiere para poder "ser" manifestar continuidad y estabilidad; sin embargo, en la práctica no es ni lo uno ni lo otro. El "yo" es tan sólo un concepto que aparece carente de identidad propia.
Cierre los párpados y dando media vuelta a su mundo interior intente encontrar al perceptor del "yo". Ya en su propio mundo mental note como percibe pensamiento tras pensamiento. Ahora, intente observar desapasionadamente tras su hombro y hacia atrás. Note si existe un perceptor anterior a usted mismo. No sienta temor por el inmenso océano de silencio que pueda encontrar, ni por la ausencia de límites que pueda percibir. Cuando logre esto, apreciará que ondea en un ilimitado e inconmensurable mar de conciencia viva asociada a no-algo. Este no-algo fluye por doquier y lo sitúa en "ningún lugar", pero además, no existe lugar alguno donde usted no esté. Esta extraña pero maravillosa experiencia le hará entender que usted realmente es participe de la continuidad y estabilidad eterna de no-algo. Notará la simplicidad de que usted es no-dual. Pero en cambio, mientras se sitúe bajo la perspectiva mental, para poder asegurar su propia existencia no tendrá más que la asumida aparente necesidad de creer en la continua y estable sensación de existencia de un "yo", que en el fondo, no tiene más realidad que la de cualquier ente percibido durante el sueño.
Sobre qué sostienen la Filosofía y la Psicología la creencia de un "yo" real, si no es desde la perspectiva de su continua apariencia. Sin embargo, evite cualquier sugerencia o axioma absurdo sobre la perenne realidad del "yo" e intente por sí mismo indagar qué tipo de existencia aparece antes del momento mismo del pensamiento. Sea observador concienzudo de su propia capacidad de conocer y láncese a conocerse. Sitúe la atención en estar simplemente presente . No se esfuerce por ser o parecer. Diluya toda tensión. Permanezca libre de todo anhelo y tan sólo permita a la conciencia ser partícipe de su inherente naturaleza: conocer. Ahora desde allí conozca, conózcase y siéntase perplejo ante la ilimitada realidad que vive. Verifique entonces desde su inconmensurable experiencia, esa su ilimitada naturaleza.
Podrá lograr a satisfacción la vívida experiencia no-dual, siempre y cuando acierte en permanecer en el Presente. Fuera del Presente la percepción es sólo memoria. Muy diferente es permanecer en el presente, a pensar en el presente.
¿Cómo se percibe el universo mientras se experimenta la continuidad del Presente? ¿Qué ocurre con la actividad temporal cuando se fluye en el Presente? ¿Qué le ocurre al espacio tridimensional cuando lo miramos inmersos en el Presente? ¿Qué ocurre con el "yo", mientras sumido en el Presente fluye éste sin intervalos?
El Presente es el acto más auténtico que existe. Fluir en el Presente implica permanecer atento. Observe apaciblemente su entorno. Contacte con la corriente de vida inmersa en el Presente y note en qué momento la estabilidad y continuidad se pierden. Pase de un objeto a otro de su cercanía. Vívalos como si fuese la primera vez. Permítales ser descubiertos existiendo nuevamente tal como los conoció la primera vez. ¿Nota el instante en que pierde la capacidad de estar presente? ¿Qué ocurre en el mismo instante en que lo pierde? Pregúntese qué pasa con el espacio, el tiempo y el "yo" mientras permanece aún en ese momento. Ahora no importa lo que los demás piensan respecto a lo que usted es o debe ser, ni tampoco interesan las ideas de nuestros grandes pensadores. Usted está sólo con usted. Practique y concluya.
Si realmente practica y es honesto con su propia experiencia, notará como en el mismo instante en que aparece un pensamiento su presente se diluye. Además, podrá concluir la absoluta inexistencia de tiempo, espacio y "yo" mientras logra permanecer suficiente tiempo en la viva experiencia del Presente. He aquí lo que diferencia pasado, presente y futuro. Desde el pasado, el "yo" existe y opera como una actividad exclusiva de la memoria. En el presente no hay presencia de "yo". En el futuro el "yo" es una realidad completamente virtual.
En el pasado, el tiempo diferencia a un "yo" tras otro, tal como una película de cine se ve en movimiento con la actividad de la superposición de recuadros. El movimiento que diferencia los recuadros se asimila en nuestro ejemplo al tiempo y cada recuadro es un "yo". El tiempo aparece ligando la alternatividad de los pensamientos. En el presente no existe percepción alguna de actividad temporal, no hay sensación egóica. En el futuro, el tiempo se acomoda a la voluntad del individuo, allí, el tiempo no es causa, es consecuencia.
En el pasado el espacio llena la distancia entre "yo" y "ello". En el Presente el espacio se integra y une al "yo" y al "ello" convirtiéndolos en una masa homogénea no-dual. En el futuro el espacio es un ente mental sin realidad propia.
El Presente, tal como lo notará, ofrece una circunstancia real sin igual y posee unos atributos excepcionales. El Presente, por ejemplo, no viene para luego regresar, es completamente continuo. Fluye sin causa aparente arrastrando capacidad de existencia en forma estable a todas las cosas. El Presente está en todas partes siempre siendo el mismo.
El Presente Es, pero no puede ser definido como algo. El Presente es un flujo incesante de existencia.
Aparte de todo esto, el Presente o la capacidad espontánea de presencia tiene una cualidad maravillosa, y es que el acto del saber sólo opera cuando se está en él. Sólo es posible conocer en el Presente; en el pasado tan sólo se piensa. Pensar y conocer son dos cosas diferentes. En el pensar hay razón, movimiento, actividad, duda; en el Presente hay saber. Saber no es pensar. Pensar es emitir nombre y forma al Ser opacando su naturaleza no-dual. Así pues, mientras la mente merodee constantemente en el pasado, la percepción se asociará exclusivamente a la memoria y a su naturaleza ilusoria y dual.
Pregúntese, ¿cómo se vería el mundo y cómo se supondría el quehacer cotidiano si permaneciera constantemente en el Presente? Cuando un individuo opera sin apetencia al fruto de la acción y a la vez permanece en el Presente realizando la acción, su voluntad intencionada muere y con ella el "yo" se diluye homogéneamente en toda la percepción. Esta modalidad de acción se denomina meditación en la acción.

Sesha



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