6 de junio de 2011

RENUNCIACIÓN 1


¿Es la situación humana, como la atmósfera de un campo de batalla, una guerra, un conflicto y una confrontación, que se esperan a cada paso, cada momento y bajo todas las circunstancias?
Toda situación se enfrenta a una confrontación. Si esta oposición no estuviera en cada ocasión de la vida, no habría impulso ni acción alguna. No habría necesidad de actividad. No habría tal cosa como logro. El logro es el resultado que sigue a una reconciliación o armonía entre una posición particular y su oposición.  Si vamos por el Logro Supremo, el único Real, que está al alcance de Todos, ¿Cuál sería? … Lograr el conocimiento del ser, considerado como equivalente a lo que llamamos la realización de Dios, del equilibrio último de las cosas.
Los sentimientos del hombre, deben ser tenidos en consideración, cuando es confrontado de alguna manera. Y son los sentimientos o grupos de sentimientos del individuo que se ponen en acción. Cuando enfrentamos el mundo o estamos ocupados en llevar a cabo los deberes del mundo, nuestros sentimientos nos guían a lo largo de una dirección en particular.

El individuo se enfrenta a este mundo como si fuera su oponente. Cuando vivimos en una atmósfera de este tipo que es humana y social, no podemos conocer nuestra mente por completo, porque el pez está en el agua, y este piensa que todo está bien. Debemos sacar al pez del agua y entonces ver su destino. Nos apartamos de las relaciones sociales por un tiempo, fuera del mundanal ruido, lejos de la familia, no hablamos con nadie por meses. Nos conoceremos mejor entonces.

Las cosas que queremos hacer en este mundo son conflictos para nosotros y nuestra sabiduría será juzgada por la manera como tratemos estas situaciones.
El buscador espiritual, el Sadhaka, tiene al comienzo, un entusiasmo espiritualmente orientado. Todos nosotros, sentimos amor por la vida espiritual. Y en el momento que surge la idea de la vida espiritual en la mente, nos encontramos en una situación indescriptible de aferrarnos a algo y abandonar lo demás, a esta decisión se la llama ascetismo o renunciación. La idea de espiritualidad es generalmente inseparable de la idea de renunciación, de abandonar algo para aferrarnos a otra cosa que imaginamos en ese momento es nuestro ideal.
Los sentimientos en nosotros son fuertes y suficientes para nublar nuestra razón y producir argumentos que parecen filosóficos o supuestamente espirituales.
La renunciación religiosa es una actitud mal guiada en la mayoría de los casos incluyendo las tan llamadas aspiraciones genuinas, y esto es debido a que nos dejamos guiar por los órganos de los sentidos, y nuestra idea de Dios, nuestra idea de espiritualidad, la noción de renunciación, están condicionadas a lo que los sentidos puedan decirnos. Lo que nos da sufrimiento y dolor y todo aquello que parece no estar en consonancia con nuestra idea de lo que llamamos espíritu ideal, puede ser considerado como digno de renunciación. Las personas y las cosas son abandonadas y el mundo es considerado como un campo de atadura. Lo consideramos como una vitrina en donde todo es tentación y de donde debemos huir lo más pronto posible. Nuestra idea de Dios es sensorial. Si consideráramos profundamente este tema, nos daríamos cuenta que nos es imposible disociarnos del ideal de Dios de la percepción de los sentidos, reducido a su esencia. La relación sensorial (de los sentidos) con el mundo material, es una organización peculiar de conciencia y se llama -campo de actividad sensorial-. Cuando se habla del mundo de los sentidos es el mundo físico necesariamente o a los objetos materiales con los que los sentidos entran en contacto. Es más bien cómo la mente bifurca o separa lo subjetivo de lo objetivo, el objeto de percepción del sujeto que percibe o conoce, y rechaza ver todo tipo de relación vital entre sí mismo y su objeto. El campo de actividad de los sentidos es tal, que el objeto de percepción sensorial no parece tener ningún tipo de conexión orgánica o significado real con respecto al sujeto, por ello, podemos amar a algo con todo nuestro corazón y odiar también algo de la misma manera, sin impacto alguno sobre nuestro ser. Es así como trabajan los sentidos. Más cada amor y odio tiene algún tipo de impacto sobre el sujeto, porque no es verdad que el mundo esté formado de sujetos y objetos aislados. La mayoría de nosotros nos encontramos en una vasta atmósfera de la cual no podemos escapar psicológicamente.

Es el hombre estúpido, no el sabio que ve ocasiones para el gozo u ocasiones para el sufrimiento en el mundo. El propósito del mundo no es darnos alegría, ni tampoco hacernos sufrir. Es impersonal y no tiene emociones.
Un libro sagrado oriental concluye así: "Los tontos se encuentran en muchas situaciones cada día, en las que podrían estar felices, o infelices, también."

PRACTICA:
La vida espiritual no significa apartarnos de lo material, sino armonizarnos con la atmósfera en la que vivimos, esa es la enseñanza más grande.

Siempre juntos. Siempre Positivos
Marcelo dos Santos


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